foto: Marco Michelini |
No entiendo cómo se realizan estudios sobre las
materias más disparatadas, muchos de ellos pagados con dinero público, y no se
aborda por fin uno sobre la actividad sexual de los gafapasta, de indudable
interés para la sociedad. Me aventuro a pronosticar que demostraría el escaso
éxito en esta cuestión de este grupo social.
Los gafapasta nacen, crecen, se masturban, y
mueren. A veces sustituyen la masturbación por una película de Isabel Coixet. O
de Michael Haneke, o de cualquier otro director laureado en los festivales de
cine, adulado por la crítica, y cuyos trabajos puedan verse en versión
original. Da igual que el idioma de la película sea el inglés, que en principio
todo buen gafapasta debe dominar, o el coreano: lo importante es no mancillar
con el doblaje una obra de arte. Y también demostrarse a sí mismos y al mundo
que en la dificultad, en lo correoso, reside el placer.
Esta es la principal característica que define a
estos individuos, además de su fealdad. Ellos pueden disfrutar del verdadero
cine y de la alta literatura, o de cualquier otra expresión artística que por
su complejidad no esté al alcance de la mayoría de los mortales. Ellos poseen
la inteligencia y la sensibilidad para emocionarse allí donde otros sólo ven un
simple tostón o una tomadura de pelo. Se saben superiores al resto y no se
molestan en disimularlo.
Sin embargo, en cualquier manual de psicología descubriremos
que los aires de grandeza y la arrogancia son manifestaciones típicas de quien
en realidad tiene su autoestima por los suelos. Quizás estos amantes de la
cultura querrían amar a una persona de carne y hueso, ser abrazados por ella en
lugar de por la frialdad del cine de autor. Probablemente hubieran preferido
ser unos niños y adolescentes con más amigos y haber ligado más, ser mejor valorados
por una sociedad hacia la que sólo pueden mostrar resentimiento. Incluso su propia
familia habría colaborado en esa cruel indiferencia que siempre han padecido.
Lo que para muchos resulta fácil y cotidiano para ellos está vetado, condenados
a refugiarse en su búnker de soledad y masturbación no deseada.
Mientras no se haga un estudio en profundidad
todo son hipótesis, pero creo que a los gafapasta les iría mucho mejor si
arrojaran sus gafas y sus prejuicios muy lejos y aprendieran a vivir con más
alegría.
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