lunes, 18 de marzo de 2013

¿Por qué el Vaticano elige siempre al mismo Papa?

Papa
Imagen: Alykat

   Es extraño que los medios dediquen tantas horas de programación a cada nombramiento de un nuevo Papa mientras las iglesias suelen estar vacías. Si al fútbol se le dedica mucho tiempo en televisión es porque la gente acude en masa a los estadios y las retransmisiones de los partidos tienen bastante más audiencia que los programas sobre libros. ¿Por qué se le supone tanto interés a la Iglesia Católica? ¿Será cuestión de la Providencia Divina? Sea por el motivo que sea, cada vez que se elige al nuevo jefe de la Cristiandad se nos bombardea con informaciones sobre la edad que tendrá, sobre si será reformista o conservador, europeo, americano o africano, blanco o negro, y al final siempre sale al balcón de la basílica de San Pedro un señor que parece un clon del anterior y de todos los anteriores que recordamos, y cuyo mensaje apenas difiere del habitual. ¿Tanto rollo para quedarnos igual?

   Ya sé que es un asunto que compete sólo a los creyentes y a los que no lo somos nos debería traer sin cuidado, pero ya que se le otorga interés universal y la Iglesia suele predicar para propios y extraños, me atrevo a dar mi humilde opinión sobre las características que debería tener un Papa del siglo XXI. 

   Que la experiencia sea un valor importante no significa que el jefe de una institución tan compleja y presumiblemente difícil de manejar tenga que ser un anciano con edad de dedicar su tiempo a contemplar las obras públicas del barrio y no para evangelizar por todo el mundo. Si la sociedad ha ido demasiado lejos en venerar la juventud y considera la vejez casi una anomalía antinatural, el catolicismo, tan dado a darle la espalda, se va al otro extremo y se consagra a la gerontocracia.

   La telegenia y la capacidad oratoria también deberían ser consideradas primordiales. El encargado de representar a Dios en la tierra no puede balbucear en sus intervenciones como si hubiera bebido más vino de misa de la cuenta. Hasta el ex presidente de la Generalitat José Montilla se manejaba mejor ante las cámaras que los últimos Papas, algo que debería preocupar en el Vaticano.

   En definitiva: ya que la doctrina de la Iglesia no ha variado en lo sustancial en dos mil años y es poco probable que lo haga en los próximos dos mil, si las Escrituras son revelación divina y no cabe una reescritura a cargo de, por ejemplo, Carlos Ruiz Zafón para adaptarlas al gusto de los lectores actuales, entonces lo único que le queda a la Iglesia para mantener su influencia en la sociedad es presentar un líder carismático, con buena imagen y alta capacidad de comunicación; justo lo contrario de lo que hace.

   Pero supongo que esto les debe dar igual a quienes consideran que su reino no es de este mundo.

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